Este Quebracho no se dobla
Por el contrario, “Quebracho” Justo dice que nunca se doblará a la derecha, reivindica al marxismo como la “expresión consciente del proceso inconsciente de la historia y como el aporte más fundamental y brillante al desarrollo del pensamiento humano” mientras que apuesta al socialismo “como la organización social que salvará el futuro de la Humanidad”. Y ese fuego del socialismo –dice- vendrá de Sudamérica.
-Que puedo pensar de toda esta gente… Para mí son individuos descartables, no tienen ningún valor. Soy una persona de la izquierda, y solamente a través de las revoluciones de la izquierda se pueden resolver los problemas argentinos y latinoamericanos. Son todos iguales, tanto Alfonsín, como este infeliz que anda como Presidente de la República con su peluquero. ¿Existe cosa más degradante? Estamos ante una etapa nefasta del país: después de la Década Infame estamos pasando por la “era nefasta”, como yo digo en mi libro. ¿Está grabando esto? -Desde ya que sí, y lo vamos a poner, como Ud me dijo por teléfono, con puntos, comas y tal cual… -Yo dije lo anterior y quiero que se grabe, porque deseo que se publique exactamente como yo lo acabo de nombrar. -¿Cuál período político de la Argentina estuvo más cercano a sus ideas de izquierda? -El período de Mariano Moreno, durante aquellos seis meses de 1810. Esa fue la época más gloriosa de la historia argentina. Y allí terminó. Después, ya vino el derrumbe, apareció Rivadavia, el representante del capital inglés que provocó la independencia solamente para hacer sus negocios. Después de Moreno, no creo que haya habido muchas oportunidades. Rosas también fue un representante del capital ingles. -Pasemos a la década del 30, a la presidencia de su padre y al círculo que rodeó al general Justo, como Manuel A. Rodríguez, Alvear, Uriburu… -Yo los conocí de lejos, porque estuve totalmente alejado del gobierno de mi padre. Con mi padre tuve una relación… me gustaría –ya que Rosendo Fraga escribió un libro sobre el general Justo- volver a decir lo que escribí en Nuestra Patria Vasalla y en Prontuario. Lo que escribí, es lo que pienso, aunque en esas obras no llegué a decirlo descarnadamente… Con mi padre tuve solamente la vinculación de vivir en su casa. -Fue una relación muy tirante. -En casa de mi padre tenía un departamento aislado, en los fondos, completamente separado del resto de la casa, de manera que podían pasar semanas sin que llegara a verlo. Usaba la puerta de servicio y me iba a mi departamento de tres habitaciones y me metía con mis libros. Cuando saqué una beca para irme a estudiar a los Estados Unidos, mi padre ya se había involucrado en ese asunto para voltear a Irigoyen. Eso fue para mí el “acabose”. Yo no quise saber políticamente nada más con él. Cuando decidí ir a Estados Unidos era 1931 y en todas partes mi padre aparecía como candidato a presidente. Le dije que me iba a ir, y me pidió que no me fuera… igual me fuí. Mi padre había sido un militar exclusivamente militar, había dicho siempre a los cadetes: “No intervengáis en política”. Y es por eso que los cadetes lo idolatraban. Yo le aseguro que lo idolatraban, como a un viejo coronel. Yo estuve viviendo en las vacaciones un mes allá, y conocí el ambiente. Pero cuando volví y me encontré con eso, yo no quise saber más. Yo era salido del Movimiento por la Reforma Universitaria, yo estudió Medicina hasta tercer año y abandoné… Por eso no quería hospedarme en su casa. El me obligó en cierta manera a tener ideas. Nunca he dicho esto hasta ahora, pero hoy se lo quiero decir a Ud. Al regresar yo de Estados Unidos, mi padre me fue a esperar al puerto e inmediatamente él salió en gira electoral. La primera vez. Y me pidió que lo acompañase. Y yo, que estaba en contra de todo ese movimiento de Uriburu, no sabía que hacer. Era un asunto serio para mí. Finalmente lo acompañe, pero fui antes a la sede de la candidatura de De la Torre-Repetto y me inscribí. De manera que yo iba en el viaje no como partidario sino como hijo. -No me ha contestado del todo sobre las figuras que rodearon a su padre. ¿Cuál fue, para Ud., la personalidad de influencia más nefasta para el presidente Justo? -Y… los que manejaron la economía. Federico Pinedo y los otros. Mi padre fue un instrumento de toda esa gente. El no tenía ni noción de lo que debía hacer en el gobierno. -¿Y también hubo intereses militares alrededor de su padre? -Mire: de los militares no sé nada. Los militares en aquella época estaban de acuerdo con él, con él que era un demócrata. Porque mi padre, a pesar del golpe, era un demócrata. Cuando yo me enteré de que él había estado en el golpe…Fíjese cómo me enteré de esto que le voy a contar: yo estaba en Nueva York y compro el The New York Times…Y ahí estaba el retrato de mi padre en primera plana, diciendo que él había volteado al Presidente. Para ese entonces yo ya había hecho una exposición anti-imperialista en la Universidad de Williamstown, publicada por los diarios con titulares de “Cómo piensan los sudamericanos”. Y yo me llegué a preguntar: ¿Aprovecho esta situación para mostrarme contra el golpe? Y llegué a la conclusión de que quedaba mal, y entonces no lo hice. Pero al llegar de vuelta a Buenos Aires me adherí a todas esas manifestaciones que a diario gritaban “¡Abajo la dictadura!”. Y yo me metí y grité a la par de ello, porque toda la situación me resultaba indignante. La historia argentina se venía desarrollando bien y de golpe estos individuos habían venido a romper la continuidad institucional. ¿Con qué derecho? ¿Quiénes se creían ser? -Le pido que haga un ejercicio de imaginación, que piense en una historia contrafáctica. Cuando vino el presidente Franklin Roosevelt de visita a Buenos Aires y fue recibido en el Congreso por el presidente Justo y todo el cuerpo legislativo, Ud. gritó desde la tribuna “¡Muera el imperialismo yanqui!”. Si hoy viniera Clinton, ¿volvería a hacer lo mismo? -No. Porque entonces era la primera vez en la historia que un Presidente de los Estados Unidos venía a la Argentina. Hoy habría muchos que le gritarían a Clinton, y en ese momento no existía nadie que lo hiciera. El Partido Comunista, que en ese entonces era lo más extremo, ¡lo fue a recibir con flores! El único que estaba en contra –como individuo- era yo. Sabía que sólo a mí me tocaba hacer algo. Y fui y le grité. Reconozco que lo hice aprovechando, en cierto modo, mi situación de hijo del Presidente. En otras circunstancias, no sé si lo hubiera hecho… Entré con invitación oficial –se la había pedido a mi madre- y me ubiqué en un lugar donde estaba rodeado de gente conocida. Y cuando se anunció que este hombre (Roosevelt) iba a hablar, largué mi grito. Y me quedé solo. Salieron todos disparados. Al ratito ya había cuatro o cinco que me llevaban por el aire escaleras abajo. “¿Cómo entró?”, me interrogaron. Entonces, yo les puse bien cerca de la cara la tarjeta que decía “Presidencia de la República Argentina”. No me hicieron nada finalmente. De todos modos algo siempre hubiera hecho, porque acá no se tiene idea de la forma en actúa el imperialismo yanqui.
-No, para nada. Brasil no es lo que parece, Brasil es todas las multinacionales juntas. El informe Rockefeller dijo que la Argentina debería ser el país agropecuario de América Latina. Con eso nos han fundido la industria y por eso es que no tenemos industria. Mire Ud., hace pocos días, ese señor Macri, el dueño de SEVEL, dijo que de continuar con lo que se pretende vamos a terminar como provincia brasileña. Nosotros vamos a ser los líderes intelectuales de Brasil, pero los brasileños no tienen nada, no son para nada una amenaza. Son los títeres de las multinacionales que han hecho muy importantes negocios con su economía. -¿En cuál figura política latinoamericana ve el futuro del socialismo? -Entre la gente joven, muy joven, tiene que haber alguno de los que siguen mis ideas. No vaya a creer que yo digo esto por ostentación. He escrito y he actuado, tuve un grupo, la Liga Obrera Revolucionaria, que actuaba en los sindicatos y en las fábricas por los años 40-42… La situación no permitía hacer lo que se debía, había que ir contra Trotsky, y era difícil entonces, porque él tenía un prestigio muy grande entre la gente joven. El Movimiento se deshizo, rompí con Nueva York y con Moscú. Y me fui a las islas del Delta, me dediqué a las plantaciones en medio de la selva. -Se hizo jardinero, que viene a ser una herencia de su padre, tan afecto al cultivo de las rosas… -Mi padre era jardinero, sí. Eso fue lo que lo distinguía: tener una colección de rosas muy importante. Y eso era lo que le interesaba a mi padre, no los libros como se ha dicho y nunca tuvo biblioteca. -Entonces, aquellos 30.000 volúmenes que formaban la biblioteca de su padre, luego vendida a Perú, ¿no fueron elegidos por él? -Estoy seguro de que nunca leyó ningún libro. Mire, le voy a contar cómo formó su biblioteca. En 1921, cuando Irigoyen subió al gobierno, lo primero que hizo fue pasar a disponibilidad al general Justo. Mi padre no sabía a qué dedicarse, estaba aburridísimo. Y yo hacía rato que estaba interesado en la historia, aunque todavía no había escrito. Yo le dí los primeros libros, míos, para que formara su biblioteca. -Cayó el Muro de Berlín, se disolvió la URSS, Europa se democratizó, el régimen de Cuba está tambaleando, China se ha volcado al capitalismo… ¿Cuál es el futuro de la izquierda? -Todo eso que me dice ya estaba planeado y estaba en nuestros cálculos. Mire: Lenin había dicho que si no se hacía la revolución en todo el mundo, pereceríamos. Stalin dijo que no, que se podía hacer la revolución en un solo país, en Rusia. Trotsky dijo que no era posible la revolución en un solo país. Y yo estoy en esa posición: no es posible la revolución sino para todo el mundo. Por eso me parece natural que se haya derrumbado la Unión Soviética. Porque al final no tenía posibilidades de seguir aguantando…Pero ha pasado sólo una etapa del socialismo, la gente superficial es lo que cree que ha muerto. Es la primera etapa solamente. Escríbalo, que así será. No deje de grabarlo esto. -¿Y desde cuál país va a comenzar? -Desde la Argentina y desde Brasil. La situación de Brasil es horrorosa, lo que va a provocar una revolución sudamericana. Todo esto va a pasar, ni lo dude, lástima que yo no lo voy a poder ver. Lo que sí quiero ver antes de morirme son los dos libros que ya tengo listos para publicar, que tratan, justamente, sobre este tema. Reportaje Carolina Barros. Publicado en La Avispa |
ÍNDICE - SU VIDA - SUS FOTOS - SUS LIBROS - LINKS - CONTÁCTENOS |