Liborio Justo

por Mónica Justo


Mi padre me había hablado en más de una ocasión de unas fotos "muy lindas" (sus palabras), que había sacado en Nueva York pero fue recién a comienzos de los años 80 que revisando su archivo de fotos ví por primera vez las fotos que el mismo había hecho ampliar en 1934. Me parecieron interesantísimas, del punto de vista socio-político (siendo este sin duda el enfoque primordial de su objetivo como fotógrafo) pero sobre todo artístico, aspecto que para él era menos importante. Además se trataba de un a Nueva York, de un Estados Unidos politizado, humano, solidario, con conciencia social.

Había unas 30 fotos "vintage", muchos contactos de época y casi 200 negativos . Me dijo que había pensado utilizar las fotos para un libro sobre la Depresión que escribiría al regresar a la Argentina, pero al volver a BA se sumergió en la urgencia de la realidad sudamericana, dedicándole el resto de su larga vida a través de su militancia política y sus escritos sobre historia argentina y sudamericana, cerrando así mentalmente el capítulo "EEUU y las fotos de Nueva York".

Decidí llevar los fotos a Londres- donde vivo desde hace más de 30 años- mostrándolas a galerías y a fotógrafos amigos. La "Photographers Gallery" y sobre todo Zelda Cheattle, una amiga dueña de una de las galerías más prestigiosas de Londres, me sugirieron llevarlas a Nueva York y en particular a la Galería Howard Greenberg, especializada en fotografía de los años 30 y 40. Así lo hice. Howard se entusiasmó mucho con ellas ya que se distinguían por ser la visión de un extranjero –un argentino- de la hecatombe de la Depresión norteamericana, habiendo muchísimos testimonios de la época realizados por norteamericanos.

Entretanto, en 1985, Teresa Anchorena nos cedió un espacio del Ministerio de Cultura en las Galerías Pacífico para hacer una muestra. Fue un éxito, fotógrafos conocidos como Anne Marie Heinrich – a quien mi padre conocía bien ya que lo había retratado más de una vez- lo felicitaron. Estaba contentísimo, a los 83 años se había reconocido un aspecto olvidado de su obra: político, historiador, pero también fotógrafo...

En 1993 Howard Greenberg hizo una exposición llamada "Nueva York en los años 30" donde mostró sus fotos junto con las de Berenice Abbot y otros dos fotógrafos. Las fotos "vintage" se iban vendiendo a muy buen precio pero con lentitud. Mi padre, con sus 99 años y pocos recursos económicos, decidió venderlas todas. Howard Greenberg le hizo una oferta que el aceptó, sabía que no viviría mucho tiempo más y su gran deseo era reeditar Pampas y Lanzas, libro que estaba agotado desde fines de los '60. Con la suma obtenida por dicha venta pudo cumplir este deseo. Aunque las fotos de época se vendieron, quedaron los negativos, de los cuales yo hice hacer copias tanto en Argentina como en Londres.

Lamento que mi padre ya no esté hoy con nosotros porque no me cabe la menos duda de que si aún viviera hubiera estado sumamente satisfecho con la exposición que con su profesionalismo acostumbrado ahora realiza en Museo Fernández Blanco en colaboración con la galería Howard Greenberg sobre su obra y aquellas "lindas" fotos de NY que durante más de 50 años permanecieron enterradas en los famosos baúles donde guardaba poesías de su juventud, manuscritos, correspondencia, publicaciones trotskistas, silenciosos testimonios de su larga y prolífica vida.

 

 


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